Pablo Yubero
Pablo Yubero es un destacado ebanista español que sigue una larga tradición familiar en el oficio de la madera, que se remonta a 1929. Ese año, su abuelo fundó el primer taller de ebanistería en la calle Pensamiento, ubicada en el barrio de Tetuán, Madrid. Tras la Guerra Civil Española, su padre continuó la tradición, especializándose en la talla, un arte que tuvo un gran auge hasta los años 50. Durante este tiempo, se producían muebles elegantes, como se denominaba entonces, especialmente despachos de notarios y vestíbulos decorados con piezas de estilo renacentista español. Este estilo se caracterizaba por ser altamente ornamental, incluyendo mascarones, guerreros, temas mitológicos, y figuras griegas y romanas. Yubero conserva uno de estos muebles históricos en su almacén como testimonio de esta época dorada.
En los primeros años, las maderas más utilizadas eran el pino, el castaño y el nogal español, esta última conocida por su alta calidad. Sin embargo, con el paso del tiempo, especialmente a partir de los años 90, la procedencia de la madera cambió hacia fuentes de repoblación. Entre las décadas de los 50 y los 70, la talla artesanal sufrió una importante devaluación debido a la aparición de nuevos materiales como la formica y el poliéster, lo que llevó a su taller a adaptarse a las nuevas tendencias.
Pablo Yubero nació literalmente en el taller de ebanistería, y desde muy pequeño estuvo rodeado de herramientas, maquinaria y trozos de madera, que se convirtieron en sus juguetes. A los 12 años ya estaba lijando y dibujando, y para los 16, comenzó a tallar. Al terminar sus estudios universitarios, decidió dedicarse de lleno al trabajo con la madera. Durante una estancia en Estados Unidos, adquirió nuevas técnicas que influyeron en su enfoque profesional. Al regresar a España, se centró más en proyectos de reformas y eventos, aunque siempre mantuvo una estrecha relación con el trabajo artesanal de la madera.
En los últimos años, Yubero ha participado en proyectos donde se valora la materia prima, como su colaboración en el Mercado de San Miguel. Gracias a la creciente demanda de diseñadores, interioristas y arquitectos jóvenes, el trabajo artesanal ha experimentado una revalorización. Se aprecia cada vez más el valor de las piezas hechas a mano, que se pueden heredar y forman parte de un enfoque más sostenible frente al consumo masivo de objetos de «usar y tirar».